miércoles, 19 de noviembre de 2008

El rastro del angel...Cristian Avaca





El centro comercial estaba en penumbras y de fondo una leve música gitana, una melodía rumana que hacía flotar mi espíritu. Comencé a recorrer las pinturas en el sentido de las agujas del reloj, como Camilo me había enseñado. Su realismo mágico empezaba a imponerse y yo quería estar a su lado. Buscaba un hilo conductor para develar el enigma y comentárselo esa misma noche. Vía Moldavia era la canción que se escuchaba cuando llegué a la obra de la pared final: una gran puerta y después el cielo. Nada particular pensé, y cuando estaba a punto de darme por vencido vi una pluma que salía por el costado del cuadro. Corrí levemente la obra y lo descubrí. Estaba asustado y con un dedo cruzado en los labios pidiendo silencio. Sus ojos eran de auxilio. Entonces adelanté el pie y traspase el umbral. Me tomó por la cintura y volé con él, sentí el viento de sus alas en mi espalda y esquivamos un fuego de artificio. Habló por primera y única vez:
-Con lo que cuesta eso mañana cientos de chicos tendrían un plato de comida en su mesa. Desde lo alto vimos la gran ciudad y sobre sus alas descubrí la realidad que escondían los políticos. Al amanecer atravezamos la ventana de mi habitación y comprendí el sueño. Mejor dicho, creí el sueño, pues cuando mire los rayos del sol que se filtraban por la cortina, tres plumas flotaban en el aire.

¡Nubes de colores para todos!(Hasta la próxima...)

Ruthy...

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